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La verborrea seudoizquierdista de los traidores y mercenarios

25 Marzo 2019. Radio La Primerísima

Por Margine Gutiérrez (*)

¿Izquierdista de joven y ya viejos de derecha? Dicen que es un comportamiento casi inevitable ser revolucionario de joven y volverse de derechas ya de viejo. No lo creo. Eso anida solo en oportunistas vividores, que se comportan de acuerdo a las circunstancias.

No son los principios ni lo valores que forjan la conciencia de cada quien, la brujula que los guía. Casi siempre justifican sus actuaciones con el manido recurso de que hay que ser pragmáticos.

Aquí nos sobran los ejemplos de aquellos y aquellas que se enriquecieron de forma desmedida, no por su trabajo honrado ya que este nunca genera riqueza, si no por sus grandes habilidades para apropiarse de bienes propiedad del Estado; para medrar en el presupuesto público en distintos cargos en los 90, y para hacerse de asociaciones sin fines de lucro cuyo manejo fraudulento les han generado buenos dividendos.

Cuando ya no hubo posibilidades de más riqueza se fueron alineando al revés poco a poco. Así siguieron recibiendo sus dolaritos, haciendo lo único que siempre han podido.

Con una verborrea seudo izquierdista y con abundante financiamiento externo se han paseado por el mundo en distintos foros mundiales; han hecho gala de sus estrechas relaciones con algunos líderes latinoamericanos considerados de izquierda y desde el 2007 -o quizás desde antes- en sus múltiples viajes denuncian la existencia en Nicaragua de una dictadura a la medida de su incapacidad para graficar mejor el contexto.

No tenía ni un día de haber asumido el poder el actual gobierno, cuando elllos y ellas ya le habían encajado el mote de dictadura. Todo eso -seguramente deliberado- les ha servido ampliamente para mercadearse y ofrecerse como una buena ficha al servicio de los poderes imperiales.

Oponerse visceralmente al canal fue la consagración de una postura que pasó de la disidencia a la más enconada e irascible oposición en alianza con los contras, con somocistas y con la derecha más reaccionaria y pro imperialista en Nicaragua.

Bajo la consigna «no a los chinos» -que siempre la gritaron incompleta porque en el fondo lo que decía es «no a los chinos, si a los gringos»- buscaron el apoyo de sectores sociales y territorios contras, tradicionalmente antisandinistas e iniciaron una escalada de ataques al gobierno, más organizada -puesto que contaban con la base social a la que cualquiera y por cualquier cosa pueden movilizar en contra del gobierno sandinista- y con mayores recursos aportados por USA, que se opone ferozmente a la construcción de un canal interoceánico alternativo al de Panamá y también se opone a cualquier gobierno que no sea sumiso a sus planes hegemónicos.

Desde entonces hemos visto las mismas caras viejas, que corren a agarrar cámara en cada problema real o artificial, que se vive en nuestro país. Así vimos a las mismas y a los mismos, cuando el conflicto de La Mina La India; cuando lo de la Reserva Indio Maíz y por supuesto cuando lo del Decreto de Reforma al INSS. Son las primeras en aparecer dando declaraciones y adueñandose del liderazgo en todo conflicto.

Esa absurda y enfermiza omnipresencia ahoga cualquier participación de personas de buena fe que puedan tener interés en la búsqueda de solución a nuestras dificultades y pone un freno al surgimiento de un liderazgo popular autónomo e independiente del capital proimperialista y del pasado, incluyendo el somocista, que ellos y ellas representan.

Son figuras desgastadas y desprestigiadas no solo por su falta de carisma, de vinculación con los problemas reales y cotidanos del pueblo y por una apabullante ausencia de credibilidad, sino también por un discurso obsoleto -y que no calza con sus actuaciones pro imperialistas- en el que combinan retórica falsamente izquierdista, con consignas y canciones creadas por el pueblo en el fragor de la lucha antisomocista, anticapitalista y antimperialista.

Mientras se codean con la Ileana Ros-Lehtinen, con Marco Rubio, con Luis Fley, con Eduardo Montealegre y tienen a La Prensa como su vocero, que juega el mismo papel que El Mercurio contra Allende, cantan -sin ningún apoyo popular- «el pueblo unido jamás será vencido» o gritan «Que se rinda tu madre», una consigna que es un paradigma de la pureza y consecuencia revolucionaria, y que Leonel Rugama la gritó en contra del tirano Somoza, el último marine que dejaron en Nicaragua los yankees, después de asesinar a Sandino.

Nadie que esté al servicio de los gringos, que haya pedido sanciones contra Nicaragua o que lance denuestos contra Venezuela, tiene autoridad moral para entonar nuestras canciones, nuestras consignas, muchos menos para hacerse llamar sandinistas.

El antimperialismo es consustancial al sandinismo. Así que si alguna vez lo fueron, ahora claramente ya no lo son.

Se dicen antigobierno, pero en realidad son antisandinistas porque ¿cómo se explica que recorran Estados Unidos suplicando sanciones en contra de nuestra patria bajo la consigna Nicaragua dice no más sandinistas? ¿o que abominen la bandera rojinegra, la mancillen y la odien cuando es la bandera de Sandino, la misma que Carlos Fonseca rescató para el FSLN?

Toda esa gente se perdió en el camino y fueron a parar a la larga listas de transfugas alineados al imperialismo. Desde Joaquín Villalobos hasta la Michelle Bachelet. Navegaron con banderita de izquierda para al final coronar el cenit de su historia con la odiada bandera de las barras y las estrellas.

Triste final para una vida que pudo concluir de manera gloriosa, y no como dice Tomás Eloy Martínez, que pudiendo ser todo, están terminando en nada.

(*) Periodista y militante del FSLN residente en Matagalpa.

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