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Una activista incómoda

21/04/2021. El Periódico de Aragón.https://www.elperiodicodearagon.com/espacio3/2021/04/21/activista-incomoda-48525549.html

El Comité de Solidaridad Internacionalista de Zaragoza denuncia la persecución judicial y militar de la defensora de los derechos humanos Erika Isabel Prieto por el estado colombiano
Comité de Solidaridad Internacionalista de Zaragoza

Erika I. Prieto, llevando ayuda humanitaria durante la pandemia a los barrios más vulnerables de Ciudad Bolívar (Colombia).
Erika I. Prieto, llevando ayuda humanitaria durante la pandemia a los barrios más vulnerables de Ciudad Bolívar (Colombia). SERVICIO ESPECIAL.

Erika Isabel Prieto Jaime es una defensora de derechos humanos colombiana y dirigente del Congreso de los Pueblos (CdP). A pesar de su juventud, tiene una larga trayectoria, desde su trabajo como asistente parlamentaria al activismo en movimientos sociales. En estos momentos existe una orden de captura en su contra a petición de la Fiscalía de Bucaramanga, que no se ha materializado por encontrarse realizando una formación cuando iba a ser capturada.

La orden se fundamentaría en la declaración de una «fuente humana» y en informes de inteligencia militar. Sin embargo, en las audiencias de otras capturas efectuadas en el marco del mismo proceso, fueron declaradas ilegales por el juez, por considerar que dichos materiales no son suficientes para sustentar una captura y que la Fiscalía violó los derechos fundamentales de estas personas.

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El CdP ha denunciado que el Ejército, en la base militar de Cantagallo, publicó una fotografía de Prieto mencionando que forma parte de un grupo armado, violando así la presunción de inocencia y poniendo en riesgo su vida. En la Región del Sur del departamento de Bolívar se vive intensamente el conflicto armado, por lo que existe una amplia presencia de grupos armados irregulares y paramilitares. Dicho señalamiento público la convierte en objetivo militar de estos grupos.

Miembros del Comité de Solidaridad Internacionalista de Zaragoza hemos coincidido con Erika durante la pandemia en muchos escenarios en los que ella ha denunciado el terrorismo de Estado, los feminicidios y la criminalización de la protesta social. Al comienzo de la emergencia sanitaria, estuvimos con ella en el exterior de la cárcel Modelo, después de que el Estado masacrara a 23 presos, acompañando a sus familias.

Durante la crisis del covid-19 ha sido voluntaria, entregando ayuda humanitaria en los barrios más abandonados de la capital (Ciudad Bolívar) y familias pobres de la localidad de Mártires (migrantes venezolanos, prostitutas y drogodependientes). En Altos de la Estancia (otro barrio vulnerable) asesoró a los vecinos sobre cómo defender sus derechos frente a la alcaldesa Claudia López, quien quería desalojarles aprovechando el desconcierto imperante.

En el exterior de la embajada de EEUU reclamó la defensa de la soberanía nacional ante la injerencia de unas maniobras militares, que finalmente fueron desautorizadas. En movilizaciones estudiantiles acompañó a las primeras líneas que se interponen entre los manifestantes y la policía para que no agredan a los estudiantes. Encabezó la marcha comunera que recorrió el país, desde Barrancabermeja a Bogotá, exigiendo, entre otras cosas, el cese de la judicialización de los líderes sociales.

En fin, no se queda quieta. Pero nada de lo que hace está relacionado con grupos armados, como afirma el Gobierno. Al contrario, defiende los derechos humanos y lucha por el feminismo y los animales, que de manera recurrente va recogiendo por la ciudad y los cuida en su casa para después entregarlos en adopción.
Erika es el prototipo de defensora de los derechos humanos. La Fiscalía y el Gobierno de Colombia, con su judicialización, parecen más preocupados en perseguir el pensamiento crítico y a la disidencia que en las masacres que azotan al país.

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